lunes, 21 de diciembre de 2015

La creación del hombre y el Universo

Cuentos y Leyendas de Armenia


1
LA CREACIÓN DEL HOMBRE Y EL UNIVERSO


Los campesinos de la antigua comarca de Ararat (5.265m) tienen costumbre de santiguarse cuando alguien, delante de ellos, invoca el nombre de Dios. Así manifiestan el respeto que sienten por el creador de todas las cosas, pero eso no les impide  dar muestras de espíritu crítico llegado el caso:


! Dios se equivocó al repartir los años de vida entre los seres vivos ! -dicen, por ejemplo- .Y un error semejante es grave para un Dios !


Así es como explican ellos lo que sucedió.


Al principio Dios creó los cielos y la Tierra.
La tierra era informe y estaba vacía, solo habitada por tinieblas.
Entonces Dios creó las estrellas para iluminar la Tierra, y se preguntó:
¿Cuántos años las haré vivir en la inmensidad del cielo?


Después de haber reflexionado, Dios anotó en su gran libro de cuentas:
-Estrellas: Millones de años.
Después creó los mares, los océanos y los ríos, y escribió en su registro:
-Mares: Millones de años.
Luego creó la vegetación, y los árboles frutales, que darían fruto según su especie.
-Árboles: Decenas de años, incluso siglos... anotó Dios.


Por último, cuando todo estuvo listo para recibir al hombre, meta final de la Creación, Dios hizo los seres animados, es decir, a los animales y a los seres humanos.


Pero ¿ cuántos años de vida tenía que concederles?
En su registro de cuentas, Dios escribió:
-Seres animados: Treinta años
Es decir, treinta años para cada uno, sin establecer diferencias...
Treinta para el hombre, treinta para el león, treinta para el burro...
Pero el hombre, orgulloso de haber sido creado a imagen de Dios y consciente de tener un alma y una inteligencia superior a la de los animales, protestó y se rebeló: ¿Por qué tenía que corresponderle a él treinta años de vida tan solo, como al resto? El creador, seguramente se había equivocado.Aún peor ! Lo había rebajado al nivel de los animales...
En voz alta el hombre comenzó a quejarse de esta injusticia que Dios había cometido. Fue a defender su causa entre los animales de cada especie, intentando convencerlos de que su petición era justa. Pero, como la mayoría no se dejaba persuadir por las preocupaciones  personales del hombre, éste armó tal jaleo que algunos animales, para que los dejaran en paz, se resignaron a mostrarse conciliadores:
-Hermano hombre- dijo el burro, treinta años de vida son demasiados para mi. Si quieres, y sin que lo sepa el Creador, te regalo la mitad; así llegarás a los cuarenta y cinco años.
El perro,a su vez,exclamó:
-Hermano hombre, estoy de acuerdo con el burro. Yo también te ofrezco quince años de mi vida; así llegarás a los sesenta.
Y por último, el mono dijo:
-Hermano hombre, acepta también quince años de mi parte; así podrás vivir hasta los setenta y cinco.
Dios oyó todos estos tratos, sonrió para sí, y se dijo que ya jugará alguna mala pasada a aquel ser orgulloso e insatisfecho al que había llamado "hombre" y que pretendía cambiar las reglas de la Creación en su propio beneficio.
Así pues, Dios corrigió los datos en su gran libro, redujo a la mitad la duración de la vida de los animales que habían mostrado tanto espíritu de sacrificio y añadió esos años a la cuenta del hombre. Pero se olvidó, intencionadamente o no, de incluir algunos retoques indispensables para la correcta transmisión al hombre del favor animal.
Por eso, durante los primeros años de su vida, es decir, aquellos concedidos por el creador, el hombre vive como un hombre.Luego, durante los quince años siguiente, se ve obligado a trabajar como un burro para mantener a los suyos.
Después, durante los otros quince años, debido a las dificultades de la existencia. Lleva una vida de perro.
Y más tarde, en su edad más avanzada, se convierte en el "hazmerreír" de malvados y bromistas, que se burlan de él y se divierten a su costa como si fuera un mono.
Pero la historia no termina ahí.
Un viejo campesino de la región de Djundjun cuenta que, alentado por la rebelión del hombre, al burro se le metió en la cabeza que, puesto que no era más estúpido que cualquier otro, también él tenía derecho a presentar sus reclamaciones ante Dios.
--Oh, Creador de todas las cosas -dijo-, tengo una queja que presentar ante ti. Ya se que todo lo que haces está bien hecho. Pero,¿ Por qué me has dotado de unas orejas tan grandes? ¿ Por qué me has hecho nacer con un defecto tan perjudicial para mi reputación?  
Todos los animales se burlan de mí: unos sostienen que no digo más que burradas, otros hablan de "orejas de burro", otros se quejan de que los tomen por burros...¿Crees que eso es justo respecto a mi?
Dios reflexionó un momento, y luego dijo:
-Hermano asno, para poner fin a todas esas bromas, tu descendencia figurará, al menos tres veces, en un lugar de honor en mi Libro Santo: será el asno quien de calor a Dios en el pesebre; será el asno quien transporte a Jesús y a su madre durante la huida a Egipto: y, por  último, El domingo de Ramos, Jesús hará su entrada a Jerusalén, a lomos de un asno. ¿Estás satisfecho?
-Si- repuso el burro-, pero aún me falta una cosa para ser feliz: ¿ Por qué no has permitido que me reproduzca más rápidamente ? Mi hembra necesita un año para traer al mundo a un solo borriquillo, mientras que la perra o la gata tiene varias crías a la vez, y al cabo tan sólo de unas pocas semanas. Creo que seguirá faltando algo de armonía del mundo mientras mi descendencia sea tan poco numerosa.
Dios se impacientó un poco ante esta nueva exigencia del asno, y contestó:
-Te concedo la realización de tu deseo. No obstante, no puedo cambiar las  leyes iniciales de la Creación. Los asnos de cuatro patas tendrán que aumentar su número, por lo tanto, al ritmo previsto.En compensación, sin embargo, te prometo que de un extremo a otro de la Tierra tus semejantes de dos patas se multiplicarán hasta el infinito y poblarán todo el planeta hasta el fin de los tiempos. ¿ Estas contento? -Preguntó Dios.
El burro no comprendió muy bien la diferencia que hacía Dios entre los asnos de cuatro patas y los de dos patas; pero;al oír que los asnos estaban destinados a poblar la tierra, no pudo dejar de alegrarse...
He aquí, sin duda, la razón de que los burros sean tan numerosos entre los hombres...