miércoles, 14 de diciembre de 2016

El cuento de la serpiente

 Cuentos y Leyendas de Armenia

7
EL CUENTO DE LA SERPIENTE


Nuestros antepasados cuentan que, en una ocasión, un rey tuvo un sueño que le sumió en la más profunda confusión. Aunque no se lo dijo a nadie, sintió en su corazón que aquel sueño contenía una advertencia, una especie de aviso.
Pero,  ¿Contra quién?, ¿Contra qué?
El rey no era capaz de adivinarlo.
Convocó a los magos y adivinos de Palacio, con el fin de consultarlos. Éstos, por prudencia, no emitieron más que interpretaciones ambiguas que poco podían aclarar al rey. Este, entonces, hizo difundir por todas partes que daría su peso en oro a quien supiera interpretar su sueño, pero, que haría decapitar sin piedad a los impostores.

Un joven campesino, que no tenía de qué vivir, se dijo: << Le contaré al Rey cualquier cosa. Y una de dos, o me da el oro, o manda a que me corten la cabeza. En ambos casos, me veré libre por fin de mis preocupaciones>>.
Así pues, partió en dirección al palacio real, y de camino, cuando bordeaba una tapia de piedra bañada por el sol, oyó de pronto un murmullo que salía de allí:
-Hermano hombre, ¿adónde vas? - decía la voz.
Nuestro hombre miró hacia todos lados y no vio a nadie, excepto a una serpiente que había asomado la cabeza por un agujero de la tapia y hablaba.
-Voy al palacio del rey a interpretar su sueño -dijo el campesino-. No sé qué voy a contarle, pero poco importa, mi vida es demasiado penosa; si me manda decapitar, por lo menos ya no tendré que preocuparme de mi sustento diario.
-No te inquietes, hermano hombre; yo sí sé con qué ha soñado el Rey y estoy dispuesto a decírtelo, pero con una condición.
-¡La condición que tu quieras! - Aseguró el campesino.
-Cuando el rey te de la recompensa, lo compartirás conmigo.
-Te doy mi palabra, por mi vida.

Entonces, la serpiente contó:
-El rey ha soñado con un zorro. Dile: <<El mundo se ha vuelto como un zorro. Todos tratan de engañar al vecino. No hay ni sabios ni jueces. Todos engañan, estafan y hacen trampas para llenarse los bolsillos.¡Desconfía, oh rey! , de tus consejeros, de tus ministros y de tus jueces; ¡no son honrados!.

Y después de hablar así, la serpiente fijó largamente sus ojos en los del campesino con una mirada clarividente.
-Vete, hermano hombre, y no me olvides.

El hombre dio las gracias a la serpiente y se fue a ver al rey. Le reveló el contenido de su sueño y su significado.El Rey, muy complacido, hizo que le entregaran su peso en oro. El campesino, satisfecho, volvió a su casa. Durante el camino no dejaba de preguntarse sobre la conducta que debía seguir: ¿Iba a guardarse el oro para él solo o lo compartiría con la serpiente?
Cuanto más se acercaba a la tapia donde vivía el reptil, más desagradable le resultaba el reparto de la recompensa.
<<¿Qué necesidad tengo de repartir mi oro con un animal? -se preguntó-.Con esto tengo para vivir tranquilo hasta los cien años cumplidos>>.
De pronto, vió que la cabeza del animal asomaba entre las piedras.La ingratitud fue entonces más fuerte que el respeto a la palabra dada: el hombre cogió entonces una piedra y se la lanzó; la serpiente huyó sinpedir su parte.



Tras un largo tiempo, el Rey tuvo otro sueño, y llamó al campesino.

El hombre se vió en un gran aprieto. Conocía las condiciones impuestas por el rey(un saco de oro, o la decapitación) y sabía de sobra que él solo sería incapaz de adivinar el sueño; y, esta vez, no podía pedir ayuda a la serpiente, a la que  había tratado con tanta ingratitud.

El hombre decidió no presentarse ante el rey, pero, varios soldados armados , fueron a buscarlo y lo obligaron a ponerse en camino hacia palacio.
Temblando de miedo, el campesino pasó delante de la tapia; se pudo de rodillas y murmuró:
-Hermana serpiente, otra vez te necesito.
La serpiente estaba holgazaneando al sol. Su largo cuerpo jaspeado(irisado, veteado) ondulaba sobre las piedras. Alzó su cabeza triangular hacia el campesino, lo miró fijamente con sus ojos esmeralda y emitió un silbido, mostrando la doble flor roja de su lengua.
-¿Qué quieres, hombre ingrato? -refunfuñó-.
-Me he portado muy mal contigo, hermana - reconoció el campesino-, pero, la visión de todo ese oro me hizo perder la cabeza. Él fue el culpable de mi maldad. Te lo ruego, ayúdame una vez más.
-De acuerdo -respondió la serpiente-, voy a contarte el sueño del rey. Pero no lo olvides: cuando el rey te dé tu peso en oro, lo compartiras conmigo. Y no se te ocurra tirar una piedra, como la primera vez.
-¡Te lo prometo por mi vida! -Aseguró el hombre-.

Entonces la serpiente contó:
-El rey ha soñado con un lobo. Dile: << El mundo se ha vuelto como un lobo. Todos se comen, se devoran unos a otros. Ya no hay ni ley ni justicia. No hay ni grandes ni pequeños. Todos explotan, roban, se aprovechan. Desconfía, ¡oh rey!, de tus consejeros, de tus ministros, de tus jueces; no son honrados.>>.
Y dicho esto, la serpiente deslizó su largo cuerpo moteado de verde y azul entre las piedras grises de la tapia, no sin antes decir al campesino:
-Vete, hermano hombre, y no me olvides.
Ántes de que el hombre pudiese dar las gracias, la serpiente había desaparecido con un ligero susurro entre la roja hojarasca otoñal.
El campesino fue a ver al rey. Interpretó su sueño, recibió su peso en oro y se volvió a su casa, completamente decidido, una vez más, a quedarse con todo el oro para él solo. Empezó a pensar en todo lo que podría comprarse con aquella fortuna que le había llovido del cielo: una casa, criados, amigos para organizar juergas… En resumen, podría vivir con lujo y opulencia.

Y, en el camino de vuelta, al ver la cabeza de la serpiente asomada por la tapia, le arrojó una piedra, y esta huyó murmurando:
-¡Te arrepentirás, hermano hombre! No volverás a beneficiarte de mis conocimientos y mi sabiduría una tercera vez, y serás castigado por tu codicia y tu ingratitud. Te lo predigo con la misma seguridad con la que predigo los sueños.
Estas palabras de la serpiente provocaron un escalofrío en su espalda, pero el saco de oro causaba en él tanta excitación que pronto las apartó de su pensamiento.

Al día siguiente, el rey tuvo un tercer sueño y mandó a llamar al campesino para que se lo adivinara y se lo interpretara. Las condiciones del rey, seguían siendo las mismas: Un saco de oro o la decapitación.
El campesino, sobreponiendose al miedo y confiando en su buena suerte, pensó: << El rey soñó la primera vez con un zorro, y  la segunda, con un lobo. ¿Con qué otra cosa podría soñar esta vez sino con un cordero? ¿ O es que yo soy menos astuto que un animal?>>
Confiado, se presentó ante el rey y declaró:
-Oh rey, has visto un cordero. El mundo se ha vuelto como un cordero. Nadie te engaña, nadie comete injusticias. Todo es paz y tranquilidad. No desconfíes de tus consejeros, ni de tus ministros, ni de tus jueces. Todos ellos se han vuelto honrados.

El rey se puso furioso. ¿Acaso aquel campesino se estaba burlando de él?
Su descripción del mundo era falsa, no se correspondía ni con su sueño ni con la realidad: su tesorero le robaba, su mujer lo engañaba, sus jueces eran injustos… Al instante, ordenó que prendieran al pobre hombre y lo arrojaran a una húmeda mazmorra, en espera del verdugo.

Tres flores blancas han florecido: una, para Suzanna, porque es hermosa, otra, para ti, lector; y otra, para el que cumple la palabra dada.

Y si queréis saber cuál fue el tercer sueño del rey, pasad cualquier día junto a la tapia de piedra… A lo mejor tenéis la suerte de encontraros allí a la serpiente que adivina e interpreta los sueños.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deje aquí su comentario, gracias !