miércoles, 14 de diciembre de 2016

El hombre y el "Dev"

Cuentos y Leyendas de Armenia

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EL HOMBRE Y EL "DEV"

Dev: Espíritu maligno
Sassun: Región montañosa situada al Sudoeste del lago Van.
Alforja: Especie de talega abierta por el centro y cerrada por sus extremos, los cuales forman dos bolsas grandes y ordinariamente cuadradas, donde, repartiendo el peso para mayor comodidad, se guardan algunas cosas que han de llevarse de una parte a otra.(RAE).
Granito: Un tipo de roca.
Guijarro: Pedrusco

Hace mucho, mucho tiempo, cuando ninguno de nosotros estaba aún en este mundo, vivía un pobre desgraciado que no tenía nada suyo, a excepción de sus alforjas.
Como no poseía ni familia ni hogar que lo atasen a su aldea, un día , decidió abandonar las montañas de Sassun para salir a probar suerte bajo otros cielos.

Mientras atravesaba un profundo bosque, descubrió de pronto un nido que se había caído de un árbol; en el nido había un huevo y un pájaro, los guardó en sus alforjas y continuó su viaje.
Cuando estaba a punto de salir del bosque, un dev aterrador se apareció ante él, interponiéndose en su camino.

-¿Qué haces en mi territorio, hermano hombre? - rugió el dev-
-¿Ignoras que nadie puede atravesarlo sin haber pagado el peaje?

-Perdóname hermano dev, si te he causado algún perjuicio, -dijo el pobre hombre-, en ningún momento he querido engañarte o estafarte. Permíteme reparar de algún modo , mi involuntario error.¿Qué debo hacer?
-Debes medirte conmigo-replicó el dev-.
Si tu fuerza es superior a la mía, podrás seguir tu camino; si no, te cortaré la cabeza.
El hombre de Sassun  se quedó espantado.
Con el rabillo del ojo observó al dev, que era tres veces más alto que él. Su cuerpo parecía tallado en las rugosas peñas de la montaña. Del final de sus gruesos y peludos brazos, colgaban dos manos enormes, lo bastante poderosas como para estrangular a un buey.
-Seguro que me triturará los huesos uno a uno -pensó el pobre hombre-, con sus grandes zarpas.
-Entonces, ¿Estás preparado? - tronó el dev.
-Eh...si...si - repuso el de Sassun con una voz temblorosa que ni él mismo reconoció.
-!Muy bien ! Pues vamos allá - dijo el dev.
Y acto seguido cogió entre sus manos un trozo de granito y afirmó:
-Apretando esta piedra, soy capaz de reducirla a polvo. ¿Eres tu capaz de hacer lo mismo?
Mientras hablaba, el dev apretaba la roca en su puño cerrado. Cuando abrió la mano, un puñado de arena se deslizó entre sus dedos: era todo lo que quedaba del enorme guijarro.
!Ay, gran arcángel Gabriel, acude en mi ayuda! -imploró el pobre hombre, sintiendo que había llegado su última hora-.
¿Cómo podría yo, que estoy tan flaco, medirme con este coloso, capaz de pulverizar las piedras?

¿Escuchó alguien su plegaria o fue una repentina inspiración de su instinto de supervivencia?
El caso es que, se oyó a sí mismo decir con voz firme: -Puedo hacer algo mejor que eso, hermano dev, soy capaz de sacar jugo a la piedra.
Entonces se agachó y, haciendo como que cogía una piedra, sacó el huevo de sus alforjas, lo apretó entre los dedos e hizo brotar su blanda sustancia.
El dev, sorprendido y contrariado, masculló entre dientes:
-Has tenido suerte por esta vez, hermano hombre. Pero la suerte no siempre cae del mismo lado.

Cogió el dev otra piedra.
-Mira bien esta piedra-dijo-. La voy a lanzar tan alto que no caerá hasta haber rozado las nubes.
Y, dicho y hecho, lanzó la piedra tan alto, que tardó un tiempo interminable en caer de nuevo al suelo.
-Yo puedo hacer algo mejor que eso, hermano dev-dijo el hombre de Sassun-; voy a lanzar la piedra tan alto que no volverá a caer jamás.
Y, diciendo esto, nuestro hombre lanzó al aire el pájaro, que levantó el vuelo y desapareció entre las nubes.
Se hizo entonces un pesado silencio, que al hombre le pareció tan largo como la eternidad entera más un día. No dejaba de preguntarse cómo reaccionaría el dev.¿ Aceptaría su derrota o, por el contrario, se vengaría ? En ese caso, sabía que, entre las manos del dev, resistiría tanto como una cáscara de nuez.
El dev, molesto al verse vencido por aquél humano de aspecto enclenque y miserable, lanzó un profundo suspiro, cuyo eco hizo estremecerse a los ciervos que pastaban al otro extremo del bosque. Pero, había dado su palabra. Su honor de dev estaba en juego, !qué diablos!
Así que, declaró: -Sigue tu camino hermano hombre. Te lo has ganado. Y , como prueba de que no te guardo rencor, quiero regalarte este magnífico halcón, digno de un rey. Te será útil allá donde vayas. Además, te voy a darte tres consejos. Si los sigues al pie de la letra, jamás tendrás verdaderos problemas en la vida:
-En primer lugar, no te ates a ninguna persona sin conocerla; en segundo lugar, no reveles a nadie un secreto del cual dependa tu vida;y, en tercer lugar, no críes un extraño como si fuera tu propio hijo.

El hombre dio las gracias al dev, metió el halcón en sus alforjas y se fue.
Llegó pronto a un tranquilo reino donde decidió instalarse.
Gracias a su halcón no le faltaba carne para alimentarse, y empezó a llevar diariamente la que le sobraba a Palacio; donde todos admiraban su espléndida ave adiestrada para la caza. El rey, que había oído hablar de las cualidades del halcón y de la destreza de su dueño, propuso al hombre comprar su rapaz a cambio de una buena suma.

Pero, ¿ Cómo vender a un rey aquello que desea ? Nuestro hombre declaró que sería un honor para él, regalar su halcón al soberano.
-No tendrás que lamentar tu gesto-dijo entonces el rey, encantado-.
Te nombro, desde ahora mismo, montero mayor. Vivirás en palacio y recibirás un salario considerable.
(El montero mayor es el jefe de los cazadores reales).

El rey, a quien gustaba la caza por encima de todo, visitaba a menudo a su montero mayor para charlar con él sobre el adiestramiento de los halcones. Con el tiempo, el montero mayor se convirtió en amigo y confidente del soberano.
Un día, el rey le dijo:
-Para unirte a mi todavía más, voy a casarte con una de las damas del palacio.
El rey sabía que el hombre estaba secretamente enamorado de una dama de honor de la reina, la cual, a su vez, no era indiferente al atractivo del montero mayor. Así pues, las bodas se celebraron con gran júbilo y alegría por parte de todos.

Los años fueron pasando para el montero y su esposa, apaciblemente, disfrutando de su amor y de su suerte, en medio de la abundancia y rodeados de amigos. Una sola sombra podía hallarse en aquel cuadro perfecto de armonía : ningún hijo había venido a coronar su felicidad, a pesar de sus deseos.
Por ello, decidieron adoptar a un niño pequeño y criarlo como el suyo propio.
Y el niño creció, se hizo un hombre…

Una tarde, mientras se encontraba solo en su hermosa mansión, que contaba con diecisiete ventanas que daban a un jardín en el que únicamente los trinos de los pájaros turbaban, de cuando en cuando el profundo silencio, el montero mayor fue pasando revista a todos los años de su vida: desde la más grande miseria había logrado llegar a uno de los más altos cargos de la corte, gracias al rey, que le honraba y estimaba. Él, que no tenía nada, ahora poseía un castillo, una amante esposa, un hijo respetuoso y multitud de riquezas.

Recordó entonces los consejos del dev y se echó a reír: se había atado a un rey sin conocerlo; había criado a un extraño como si fuera su hijo…, ¿ y qué males le habían sucedido a causa de ello? Ninguno, más bien, todo lo contrario. De modo que, o bien el Dev se había equivocado, o había querido engañarlo…
En cualquier caso, todavía le faltaba por poner a prueba el tercer consejo del Dev: revelar a alguien un secreto del cual dependiese su vida…
Nuestro hombre hizo un gesto, como queriendo alejar aquel pensamiento tan inoportuno; pero, la idea no se le iba de la cabeza, y no podía dejar de dar vueltas al asunto. Decidió entonces salir de dudas y elegir a alguien a quien confiar un secreto semejante.¿Y quién mejor que aquella a la que amaba más que a nada  en el mundo y que le devolvía con creces su cariño?
Aunque le repugnaba poner a prueba a su esposa, como estaba plenamente seguro del resultado, resolvió hacer lo siguiente: primero, escondió en un lugar seguro el halcón que había regalado al rey y que se había convertido en el favorito del soberano; luego se fue en busca de su mujer.
-Querida esposa- dijo -, voy a revelarte un secreto: he matado al halcón favorito del rey, pues no soportaba verme privado de él. Si se revela este secreto, me costará la vida.

Su esposa le juró, que nada le haría revelar un secreto como ese.

Al día siguiente, el rey se enteró de la muerte de su ave favorita, al parecer, cobardemente estrangulada.
Su disgusto fue enorme, y lo hacía aún mayor la certeza de que esa villanía, sólo podía haberla cometido alguien de la corte.

Comunicó que todos los bienes del culpable serían confiscados y prometió otorgar una renta de mil monedas de oro a aquel que lo denunciara.

La esposa del montero mayor, temiendo verse cruelmente reducida a la pobreza por el crimen de su marido, lo denunció inmediatamente, y nuestro hombre fue detenido en seguida.

El rey fue a visitarlo a la mazmorra donde lo había arrojado y le hizo amargos reproches:
-¡Ingrato! ¡Miserable! Mal me agradeces el que te sacara de la miseria. Te he dado riquezas, honores, cargos…¡Y tu vas y estrangulas a mi halcón favorito!
-Como castigo-,  ¡Te cortarán la cabeza esta misma tarde !

-Espera un poco, ¡oh ye! No te fíes de las apariencias - Imploró el montero.
Pero el rey, haciendo caso únicamente de su cólera, fue a buscar al verdugo.

<< Qué poco lo conocía-se dijo nuestro hombre-; jamás debía haberme atado a este individuo tan voluble y con tan mal carácter…>>

Debido a que durante todos los años en que había gozado del favor real, el montero mayor había sido tan bueno con todo el mundo, el rey no pudo encontrar a ningún verdugo que aceptase el encargo de cortar su cabeza. Anunció entonces que estaba dispuesto a pagar una segunda renta de mil monedas al que se prestase a ejecutar la sentencia.

El hijo del montero mayor, viendo que todos los bienes de su padre habían sido confiscados y que solo aquella renta podría compensarlo, hasta cierto punto, de sus pérdidas, ofreció entonces sus servicios al rey.
Mientras  lo conducían al tormento, el pueblo dejó bien claro, con sus abucheos, el desprecio que sentía hacia ese hijo cruel que se disponía a matar con sus propias manos a aquél que lo había criado.

-¡Ay Dev! -Murmuró el hombre -
¡Porqué no te habré escuchado!
¡Tenías mil veces razón, Dev!

Intrigado por las exclamaciones, el rey exigió al montero mayor que se explicara. Este contó entonces su historia, en pocas palabras, añadiendo al final:
-Vuestra majestad hallará su halcón en el lugar, donde lo dejé bien a salvo antes de poner a prueba a mi mujer.
Trajeron el halcón al rey, que se puso muy contento y se sintió bastante culpable por haber puesto en duda la lealtad de su montero mayor.
Mandó inmediatamente a castigar a los dos culpables que lo habían traicionado; su esposa y el hijo al que crió, por dinero.
Tras esto, se empeñó en colmar con honores y riquezas a aquél, a quien había condenado injustamente.

-Te unirás a mi persona en calidad de ministro.Te regalo el más hermoso de mis palacios; haré que te asignen mil monedas de oro al mes de mi hacienda particular…

Pero el hombre lo rechazó todo.

-Majestad- explicó-, hasta ahora no he tenido en cuenta las tres recomendaciones del dev: Me he atado a Vuestra Majestad sin conoceros; he confiado a mi esposa un secreto del cual dependía mi vida; he criado a un extraño como si fuera mi propio hijo. Hoy, he podido comprobar , no solo el acierto de los consejos del dev, sino también la vanidad de las riquezas y los honores, y la fragilidad de la amistad de los poderosos. Así pues, suplico a Vuestra Majestad que me permita regresar a mi aldea.

A regañadientes, el Rey dio su consentimiento y el hombre, provisto de sus viejas alforjas, se volvió a las montañas de Sassun de donde había salido tantos años antes.

Tres granadas han caído del cielo: una, para vosotros; otra, para mi; y otra, para aquellos que, inspirados por la sabiduría, no se dejan tentar por las vanidades de este mundo.



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